El ocaso de la aristocracia en el Parlamento británico: la lucha por el futuro de la Cámara de los Lores
El Reino Unido debate la permanencia de escaños heredados en su cuerpo legislativo
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La Cámara de los Lores se remonta a un consejo real del siglo XI, encargado de asesorar a los reyes de La llegada de Keir Starmer, el nuevo primer ministro del Partido Laborista, ha puesto en marcha una serie de propuestas que buscan modernizar la Cámara de los Lores, enfocándose en eliminar los escaños hereditarios, que actualmente representan el 11% del total de sus miembros. Starmer pretende continuar con el proceso de reforma iniciado por Tony Blair hace más de dos décadas, cuando los derechos automáticos de los aristócratas a ocupar asientos en esta cámara fueron restringidos. Esta reforma apunta a reducir aún más el papel de los lores hereditarios, abriendo paso a un cuerpo legislativo con mayor representación contemporánea. Según Nick Thomas-Symonds, ministro de Asuntos Constitucionales del gobierno: “La presencia continua de pares hereditarios en nuestra legislatura es indefendible”.Sin embargo, entre los lores hereditarios, existe una fuerte resistencia a esta propuesta. Lord Harlech, uno de los más jóvenes en la Cámara a sus 38 años, defiende el valor de la herencia aristocrática como una contribución única a la diversidad de opiniones en la Cámara: “Estamos aquí por accidente de nacimiento, pero eso nos proporciona una buena mezcla de perspectivas. Es excéntrico y muy británico, pero parece funcionar”. Para estos pares, la eliminación de los escaños hereditarios representa una pérdida significativa en la diversidad de experiencias y perspectivas que, según ellos, enriquece el proceso de revisión legislativa.Irónicamente, algunos defensores de los escaños hereditarios critican la falta de democracia en los nombramientos políticos. Lord Strathclyde, heredero de su asiento, teme que la propuesta de Starmer deje la Cámara “completamente en manos del primer ministro, sin control sobre quién entra y quién hace qué” (WSJ). Lord Attlee también criticó la falta de experiencia de algunos de los designados: “Algunos estuvieron muy involucrados en la política desde la escuela[...] fueron nombrados para la Cámara de los Lores sin haber tenido nunca un trabajo que les generara ingresos” (WSJ).Para los lores hereditarios, su presencia en la Cámara aporta una diversidad esencial. Como defendió Lord Attlee: “Los que heredaron sus puestos a menudo saben mucho más que los que fueron nombrados”. Su origen, aunque fortuito, ofrece una “excéntrica y muy británica” mezcla de perspectivas que supera las lealtades políticas. En años recientes, la Cámara de los Lores ha demostrado su rol de contrapeso al gobierno. Aunque no pueden vetar leyes, han forzado revisiones al devolverlas a la Cámara de los Comunes. Así, lograron detener los planes de enviar solicitantes de asilo a Ruanda y prohibieron fotografiar a mujeres lactantes sin permiso en lugares públicos.Más allá de las críticas institucionales, el deterioro físico del Palacio de Westminster pone de relieve la propia obsolescencia de esta Cámara. Lord Harlech describe el edificio como un lugar en condiciones tan precarias que “si fuera una escuela, la habrían clausurado”. Las alfombras están unidas con cinta adhesiva, y los baños rara vez funcionan correctamente, en un espacio que requiere mejoras urgentes para seguir funcionando. Para Harlech, la decadencia del edificio es una metáfora de la necesidad de una renovación profunda en esta institución.