16 de octubre de 2024
La violencia como plan de gobierno libertario
La violencia política y su discurso como herramientas de un gobierno autoritario
La Violencia política y su discurso en la Argentina contemporánea
La violencia en el escenario político argentino se ha intensificado significativamente en los últimos años, alcanzando un punto álgido con el atentado contra Cristina Fernández de Kirchner en septiembre de 2022. Este evento fue más que un incidente aislado; reflejó la escalada de tensiones en un contexto donde la confrontación discursiva se traduce cada vez más en acciones violentas en las calles y las redes sociales.
El papel de los discursos incendiarios y la violencia institucional
El intento de magnicidio contra Fernández de Kirchner se dio en un marco de creciente polarización, impulsada por discursos que desacreditan y demonizan al adversario. Javier Milei, figura central de La Libertad Avanza, ha utilizado un lenguaje agresivo contra la “casta política”, responsabilizándola de los males del país. Milei y otros referentes de su espacio minimizaron su gravedad del atentado, argumentando que se trataba de una manipulación política del oficialismo para obtener rédito, lo que exacerbó las tensiones sociales en lugar de apaciguarlas.
La violencia discursiva también tiene un correlato en las manifestaciones de calle. Durante las protestas en demanda de políticas públicas, como las que protagonizan los movimientos estudiantiles por mayor presupuesto universitario y los jubilados, se ha observado una respuesta represiva por parte de las fuerzas de seguridad. En este contexto, el jefe de gabinete, Guillermo Francos, referente cercano a Milei, comparó de manera controvertida al movimiento estudiantil actual con las guerrillas de los años 70, insinuando una justificación implícita de la represión durante la dictadura militar, lo que despertó indignación en amplios sectores de la sociedad.
Redes sociales y violencia en la vida cotidiana
Las plataformas digitales se han convertido en un campo de batalla clave, donde los seguidores de Milei y su espacio difunden mensajes de odio que promueven el desprecio hacia opositores, alentando la agresión simbólica y a veces física. Estas expresiones virtuales se trasladan a la vida diaria, donde el clima social se vuelve más hostil. Se observa un aumento de agresiones verbales en espacios públicos y un ambiente de intolerancia que afecta la convivencia cotidiana.
En conclusión la combinación de discursos incendiarios, represión estatal y violencia en redes sociales genera una espiral peligrosa que amenaza la estabilidad democrática del país. La retórica del “enemigo interno” y la deslegitimación de movimientos sociales recuerdan prácticas autoritarias del pasado. En este contexto, la política tiene el desafío de frenar esta dinámica antes de que los conflictos se profundicen aún más, garantizando un espacio para el debate democrático sin recurrir a la violencia, ya sea simbólica o física.
Fuentes: Clarín, El País, La Nación, Infobae.